Y no es que lo hubiera dejado de ver jugar las últimas temporadas, lo que pasa es que no me identificaba con él, y supongo que a muchos os pasaría lo mismo. Ha habido tantas y tantas cosas que se borraron de nuestro Levante en los últimos años, que viendo al Levante de hogaño, me recuerda a más no poder a ese Levante de antaño. Ese donde no todo era el nombre o el dinero; donde la fe y la garra de los jugadores lograban derrocar a los mejores futbolistas del mundo; y en el que la mentalidad muchas ocasiones ayudaba si el físico causaba una mala pasada. No se a vosotros, pero a mi esa sensación de levantarme, mirar la clasificación y vernos al frente una jornada más, me encanta. Y ya no solo eso. Ver la comunión que hay entre equipo y afición me motiva muchísimo más en este inicio de temporada. Y es que la euforia es normal, pero todavía quedan más de treinta batallas por librar, a cual de ellas más complicada. Estoy segura que será un camino largo y costoso, pero veo que este Levant...