 |
| Foto: El diario gallego |
Catorce años han pasado y todos los deportivistas lo seguirán teniendo grabado en su retina, recordándolo como
uno de los hitos más importantes en la historia de la entidad blanquiazul. Molina, Scaloni, César, Naybet, Romero, Mauro, Sergio, Víctor, Valerón, Fran y Tristán fueron los once héroes de aquel 6 de marzo de 2002, donde el Deportivo de la Coruña venció por 2-1 en la final de Copa del Rey a las estrellas del
galáctico Real Madrid, el día del centenario blanco, convirtiéndose en el partido que el mundo del fútbol recuerda como el
“Centenariazo”. Todo el equipo se plantó en el
Santiago Bernabéu con lo que hay que tener para llevarse un partido de tal envergadura en dicho escenario, y se le bautizó así, como uno de los hechos que marcaría la historia del fútbol español de comienzos del siglo XXI.
El todopoderoso Real Madrid acababa de ser nombrado el mejor equipo del mundo, y mientras el colectivo madridista preparaba el cava antes de dar comienzo el partido para bañar a la Diosa Cibeles y celebrar así, a parte de su cien aniversario, la consecución de la
Copa del Rey, la humildad del denominado
Super Dépor hizo que los pupilos de
Javier Irureta, sin oficio ni beneficio, levantaran el trofeo cuando más duele, en el centenario merengue, y en el escario idóneo, el Santiago Bernabéu, aupándose así como los héroes de A Coruña y de media España.
La amplia mayoría de los medios daban por hecho la victoria blanca y la posterior celebración por todo lo alto, que iría acompañada de actos y festejos sin tener en cuenta al equipo que tenían enfrente. Bien es conocido que hasta que un árbitro no señala la finalización de un encuentro, este puede tornarse de mil formas, y así pasó.
 |
| Foto: La voz de Galicia |
El partido fue trepidante, una final de las que ya no se ven hoy en día. Una espectacular primera mitad de los gallegos hizo que el Deportivo se adelantara en el marcador
por partida doble. En primera instancia fue
Sergio González, con sus quiebros y jugadas personales, quien dejó clavado a Fernando Hierro para mandar el primer balón al fondo de la red defendida por César Sánchez, haciendo así las delicias de los miles de deportivistas que se congregaron detrás de dicha portería. El segundo tanto caería del mismo lado.
Tristán, después una jugada mágica de un joven Valerón, remató tras un pase de la muerte del canario y nada pudo hacer César en lo que suponía el 2-0 en el luminoso y con el que ambas filas cerrarían la primera mitad para encaminarse al vestuario.
La segunda parte ni mucho menos se tornó blanca. El Deportivo quería seguir con su dinámica goleadora, pero el Madrid no valoraba salir humillado de aquella final. Ni la calidad de Zidane, ni las ganas de Figo, ni la pegada de Raúl fueron suficientes para destripar la contundente defensa coruñesa. Solo este último logró recortar distancias a escasos minutos del final, pero
el Depor ni siquiera sufrió, y seguía mordiente arriba con el oxígeno de los cambios que Irureta realizó.
 |
| Foto: La voz de Galicia |
El cuadro de Riazor llegó a Madrid prácticamente sin hacer ruido, con todo perdido, pero la entrega de sus jugadores y el empuje de la grada hicieron que pudieran
soplar las cien velas de la tarta merengue con un fútbol ante el cual nada pudo hacer el Madrid de la novena, venciéndoles en la final de la Copa del Rey que prometía ser un homenaje al centenario madridista. “Tras la celebración en el césped, alguien me dijo que
Lendoiro había llamado al Asador Donostiarra. El Madrid tenía allí preparada y encargada su fiesta pero la habían cancelado así que nos dijeron que fuésemos porque se iba a perder la cena que habían declinado. Fue muy bonito, todos los jugadores estaban exultantes y yo lo disfruté también rodeado de mi familia. Al final las mesas del restaurante las ocupó el Deportivo, supongo que Lendoiro pagaría la cuenta, así que
además de ganarles en el campo nos comimos su cena“, aseguraba Irureta en una entrevista. Desde ese día, España ya tiene su propio «Maracanazo»: el «Centenariazo».
Comentarios
Publicar un comentario